Uno de esos días en los que ya no puedes más, no soportas seguir tragando tristeza y soledad, no eres capaz de seguir siendo fuerte... Y entonces, sin previo aviso, todo el dolor apoyado sobre tus hombros comienza a pesar, y los sentimientos y experiencias que creías escondidas, olvidadas vuelven a tu memoria, pero, esta vez, no van una por una, si no todas juntas.
Y sin previo aviso tus rodillas se debilitan y no puedes soportar tanto peso, tantos afilados puñales clavándose directamente en tu corazón, y caes al suelo, rendida, y sientes las lágrimas ardiendo sobre tus mejillas, el sabor salado tan característico de las lágrimas de sufrimiento baña tus labios, y poco a poco lloras por todas aquellas veces que no lo hiciste, trás haber aguantado meses, incluso años, llevándolo contigo, acumulándolo, todo explota sin razón aparente...
Y tu visión se vuelve negra, estás en medio de un descampado, tirada, hecha un ovillo llorando, temblando y sintiendo como un pedazo de ti, de la poca inocencia que sobrevivió al dolor y la soledad, muere.
Y apenas recuerdas porqué lloras, ¿porqué?, a lo mejor alguien se rió de algo a tu costa, a lo mejor, tan solo te sentías fuera de dlugar... No lo entiendes, tú nunca lloras, hace tiempo que construíste una coraza de hielo a tu alrededor para no tener que volver a sufrir...
Pero quizás esa palabra, ese tono en el que lo han dicho, es lo que ha desatado todos los malos recuerdos.
Pero tranquilo, porque tal vez todo sea tan triste de nuevo durante un tiempo, pero las lágrimas volverán a secarse, y entonces la calma y la tranquilidad lo inúndará todo, ahora que ya no quedan lágrimas reprimidas, ahora que no hay nada más apoyado sobre tus hombros, es hora de levantarse, y con energías renovadas, vuelves a salir al mundo, preparada para volver a cargar sobre tus ahora descansados hombros, todo lo malo que venga por delante, con la esperanza, de ser, esta vez, más fuerte que en la última ocasión.
Y sin previo aviso tus rodillas se debilitan y no puedes soportar tanto peso, tantos afilados puñales clavándose directamente en tu corazón, y caes al suelo, rendida, y sientes las lágrimas ardiendo sobre tus mejillas, el sabor salado tan característico de las lágrimas de sufrimiento baña tus labios, y poco a poco lloras por todas aquellas veces que no lo hiciste, trás haber aguantado meses, incluso años, llevándolo contigo, acumulándolo, todo explota sin razón aparente...
Y tu visión se vuelve negra, estás en medio de un descampado, tirada, hecha un ovillo llorando, temblando y sintiendo como un pedazo de ti, de la poca inocencia que sobrevivió al dolor y la soledad, muere.
Y apenas recuerdas porqué lloras, ¿porqué?, a lo mejor alguien se rió de algo a tu costa, a lo mejor, tan solo te sentías fuera de dlugar... No lo entiendes, tú nunca lloras, hace tiempo que construíste una coraza de hielo a tu alrededor para no tener que volver a sufrir...
Pero quizás esa palabra, ese tono en el que lo han dicho, es lo que ha desatado todos los malos recuerdos.
Pero tranquilo, porque tal vez todo sea tan triste de nuevo durante un tiempo, pero las lágrimas volverán a secarse, y entonces la calma y la tranquilidad lo inúndará todo, ahora que ya no quedan lágrimas reprimidas, ahora que no hay nada más apoyado sobre tus hombros, es hora de levantarse, y con energías renovadas, vuelves a salir al mundo, preparada para volver a cargar sobre tus ahora descansados hombros, todo lo malo que venga por delante, con la esperanza, de ser, esta vez, más fuerte que en la última ocasión.